That’s Amore: Sabor italiano, en la mesa y en el paladar
Por: Cecilia Portella Morote
Una fiesta de sabores y un festín ante los ojos, es lo que propone la cocina italiana de un joven cocinero llegado hace un año de la lejana Nápoles. Los diversos platos que se muestran en su carta, tienen la particularidad de ser hechos artesanalmente. “Las pastas, las salsas y aquellos secretos que hemos traído de nuestra tierra es lo que queremos compartir con nuestros clientes”.
Giovanni D’argenio no tiene reparos en mostrar lo que mejor sabe hacer, y es él mismo, quien se enfunda de blanco en la cocina, compuesta de un gran horno artesanal, donde entran y salen pizzas con los mejores productos traídos del Viejo Continente, pizzas de dos tamaños y para todos los antojos; pizzas clásicas y muy comerciales, y otras tantas, creadas desde la mejor imaginación culinaria, de alguien que tiene como cuna, la “fábrica” de las pastas artesanales.
Particularmente los sabores mediterráneos, intensos, inspiran, en nosotros, una mezcla de emociones que no tienen explicación en su origen, ni en su esencia. Sencillamente están allí ofreciéndose en mezclas o en su más ferviente pureza. El óleo, la albahaca, arúgula, aceitunas, prosciutto y hasta el mismísimo ajo, cumplen una función individual en cada plato, en cada porción, en cada bocado.
Y el vino, acompañante indiscutible en las mesas italianas, aporta lo suyo y refresca el paladar, dándole personalidad a cada sabor paladeado e ingerido.
Unas bruschettas sencillas, primaverales, servidas en crocante pan de la casa inician la aventura de adentrarse en las costumbres de un país que tiene como norma la mesa familiar. Desde las leyendas urbanas se nos cuenta que las pastas en Italia se hacen en casa, que los tomates de las salsas y los que acompañan cada platillo, son sembrados y cosechados en tierras o en viveros, en jardines o en espacios acondicionados para tal faena. Y los mismo pasa con las hortalizas y hierbas aromáticas, que fungen de armas secretas, para el sabor final de cada historia culinaria, nacida en el horno.
La lasagna clásica, inmejorable, muy ligera, con una salsa ragú suave, no invasiva. Sabores armoniosos entre la pasta cocida en su punto perfecto. Un deleite que vale la pena repetir.
Si bien en la carta de That’s Amore, encontramos varias opciones, la pizza es la reina del lugar y no podíamos irnos, sin probar las delicias de alguna de ellas. El prosciutto crudo con arúgula o rúcula, una hortaliza de hojas verdes que, con su sabor característico, refrescó las lonjas de prosciutto italiano, generosamente repartidas en cada porción de pizza de fina y crocante masa artesanal.
La casa y sus anfitriones decidieron engreírnos con el detalle dulce de la noche, y pusieron en nuestra mesa una “rosa de manzanas”, creación del chef, que en fina masa de hojaldre acopió sencillas láminas de manzana, embebidas en compota de la misma fruta.
De más está decir que la experiencia fue verdaderamente italiana. Y eso era lo que faltaba en esta zona del distrito de La Molina, que tanto conocemos y recorremos.
Los horarios para ir That’s Amore, son desde el mediodía hasta las 3 pm y por las noches desde las 7 hasta las 11 pm. Menos los martes. Y el lugar, Av. Flora Tristán 545, La Molina.