Ríos de Cuenca, proveedores de vida
Por: Cecilia Portella Morote
No me pregunten los nombres de los ríos, porque ahora mismo, no lo tengo muy claro, sin embargo sé que estos son los propiciadores del verdor y del maravilloso clima que sobre esta ciudad recae.
Enclavada en la parte meridional de la cordillera andina ecuatoriana, la ciudad de Cuenca, capital de la provincia del Azuay, tiene como nombre oficial Santa Ana de los Cuatro Ríos de Cuenca y sin duda, esta es la razón con la que sustenta las características que la definen.
Hablar de sus atractivos resultaría enumerar uno a uno los lugares que conforman su no tan extensa, pero si, muy equilibrada geografía. Una geografía que llena de orgullo a sus hijos y que se ha convertido con el correr de los años, también el hogar de aproximadamente 8 mil extranjeros, que la han elegido como su refugio, su casa, su albergue natural.
Algunos dicen que serían más de 8 mil, no lo dudamos, parece ser que esta tierra tiene una magia envolvente que encandila a quienes la visitan por vez primera, como pasó con quienes tuvimos la oportunidad de recorrer sus calles, conocer sus iglesias, aspirar su historia y caminar entre su gente.
Desde una posición privilegiada, solo un poco más arriba del nivel de la ciudad, sus techos terracota hacen alarde del buen gusto de sus habitantes. Si me preguntaran sobre las preferencias que tengo sobre esta ciudad, no sabría si mencionar en primer lugar, la estructura de sus casas, o la ubicación de ellas, que pese a su construcción noble y moderna, con envidiable arquitectura, parecen islas de lujo entre la naturaleza amigable que las acoge.
Sus ríos son brazos vivos que concitan el interés de los visitantes, se extienden sin interferir con el crecimiento natural del pueblo y la ciudad. Desde modernos restaurantes gourmet, desde paseos nocturnos, desde las sólidas construcciones de un barranco o, simplemente desde los miradores y puentes, estos ríos, manantiales de vida, propician la personalidad de Cuenca capital.
Esta ciudad de los cuatro ríos tiene belleza por donde se le mire. Desde las alturas de Cajas puede vislumbrarse que el trayecto es grato, las corrientes de agua que acompañan el camino hablan de la vida y el verdor que caracteriza su paisaje. Yanucay, Tomebamba, Tarqui y Machángara, son los nombres con los que los pobladores los han bautizado. Y con los que el mundo debe identificarlos, conocerlos y disfrutarlos.
Por nuestra parte hemos cambiado algunos de nuestros conceptos diarios. Cuando nos toque referirnos a lo inacabable, lo abundante, lo copioso, pensaremos inmediatamente y haremos la analogía respectiva con los ríos, humedales, arroyos y cascadas que hemos visto a lo largo de nuestro camino al ingresar y al salir de Cuenca. La naturaleza los ha bendecido con el vital elemento y ellos saben aprovecharlo, Cuenca, la ciudad de los Cuatro Ríos nos espera para hablarnos de sus ríos y para que sus ríos nos hablen de ella.