Gastronomia

Pizza Napolitana: Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

La Pizza Napolitana ha sido declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por el Comité del Patrimonio Mundial del organismo cultural de la ONU, reunido en la isla surcoreana de Jeju. El organismo internacional dio por fin el visto bueno a una distinción que llevaba tiempo cocinándose, a fuego lento, desde 2009, cuando el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Silvicultura lanzó por primera vez la candidatura para que la famosa preparación engrosara la presencia italiana en las listas de la Unesco.

Más de dos millones de Italianos se volcaron en la recogida de firmas para apoyar el proyecto pues según sus promotores la pizza napolitana «desempeña un rol esencial en la vida social y en la transmisión entre generaciones».

“Esta noche, la Unesco dio la aprobación unánime al dossier italiano: el arte del pizzaiolo napolitano es un patrimonio cultural de la Humanidad. ¡Victoria! Nuestra identidad gastronómica y vitivinícola está cada vez más protegida en el mundo”, exclamaba a través de sus redes sociales el ministro, Maurizio Martina, para dar a conocer noticia. “Otro paso hacia la protección del patrimonio de Italia”.

Dos ingredientes básicos como el agua y la harina y apenas cuatro o cinco añadidos (mozzarella —de dos tipos—, tomate, albahaca y aceite de oliva para la clásica Margarita).

No en vano muchos presumen de que los colores de la pizza Margarita, el rojo del tomate, el verde de la albahaca y el blanco de la mozzarela, también son los de la bandera italiana.

El arte de los “pizzaioli” napolitanos es una práctica culinaria consistente en preparar en cuatro etapas la masa de una pizza y hornearla con fuego de leña, dándole vueltas. Las cantidades, las temperaturas y los tiempos se miden al milímetro. Así ha llegado a convertirse en un rito con alto componente social, donde pizzeros y clientes interactúan constantemente.Esta práctica cultural nació en Nápoles, la capital de la región de Campania, donde viven y trabajan actualmente unos 3.000 “pizzaioli” que mantienen estrechos lazos de convivencia con las comunidades locales.

 

Fuente: El País, Unesco

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